22 febrero 2011

Diario

    Allá por el mes de noviembre de 2010, Gari y yo nos reunimos con la intención de discutir sobre una idea para desarrollar un cortometraje. En un principio necesitábamos tres medias jornadas y un par de días de edición. Eso parecía ser suficiente para concluir el trabajo que teníamos pensado.  

    Nuestro cortometraje era, como lo son casi todos, de presupuesto cero. Es decir, ni un sólo euro para material, ni para dietas, ni para imprevistos y mucho menos para sueldos, y aunque nuestras circunstancias personales no daban en ese momento para mucho más, decidimos seguir adelante fuese como fuese. Aún así, descartamos la posibilidad de buscar financiación externa, ya fuese privada o pública, porque sabemos que los trámites son tediosos y luego hay ocasiones que te ves condicionado con los plazos o los requisitos. Si así hubiese sido, el cortometraje probablemente aún no se habría iniciado, y estaríamos todavía aguardando a una resolución pública o a cualquier otra clase de decisión. Y a ninguno de nosotros nos gusta el sofá de casa.

    Nos pusimos a trabajar para reunir el equipo técnico y artístico, que en poco tiempo se completó según unas premisas básicas que deseábamos cumplir:

1º).- Queríamos un equipo reducido.

2º).- Deseábamos encontrar compañeros con un alto grado de compromiso en el trabajo.

3º).- Y, por último, buscábamos personas que estuvieran dispuestas a participar activamente y a experimentar todo lo que fuese necesario para aprender lo máximo de esta experiencia.

    Todo se inició con una pequeña cámara fotográfica Sony DSC-F828 que graba vídeo y con la que recopilamos un material previo que nos sirvió para estudiar las diferentes localizaciones (ver vídeo técnico 1). 


    Después de analizar las ventajas e inconvenientes de cada una de ellas, pasamos a grabar las acciones en las localizaciones definitivas con la cámara Panasonic HVX-200. En esta primera fase estuvimos Gari, Rocío, Manuel y yo. De ese modo resolvimos diferentes dudas de luz, composición, acción y fotografía (ver vídeo técnico 2). 


    Y con tanto probar y probar, nuestra imaginación comenzó a calentarse y nuestra historia fue creciendo y creciendo y creciendo. Alejandro, nuestro músico, nos ofreció también algunas ideas que se incorporaron al texto y así nos encontramos con que nuestra historia de tres medias jornadas se convirtió en diez jornadas de rodaje. Beatriz llegó a creer que la habíamos engañado, pues habíamos acordado sólo esas tres jornadas iniciales. Pero, como ella también fue aportando ideas para que la historia creciese, creo que ya se ha convencido de que no fue una estrategia para liarla y asumió su parte de culpa y nos demostró su buen hacer asumiendo sin problemas el aumento de jornadas. Aunque ella aún no sabía todo lo que la esperaba.

    La jornada comenzaba a eso de las diez de la mañana y trabajábamos hasta que había luz suficiente para continuar, pues todo el corto se rodó en exteriores. Después se almorzaba y, posteriormente, con el sueño en el estómago nos íbamos al estudio a visionar el material, continuar con el premontaje para cerciorarnos de que todo marchaba bien y se planificaban los detalles que quedaban para la siguiente jornada.

    Así trabajamos durante algunos días, hasta que llegó la lluvia, algunos viajes programados de parte del equipo, otros compromisos de trabajo y, como no, también los exámenes. Los temidos exámenes universitarios. Durante algunas semanas nos quedamos sin equipo de producción y sin Manuel porque a ellos, un buen día, se les ocurrió la genial idea de estudiar en la Facultad de Comunicación. Mientras los que somos más veteranos y ya hemos pasado por el trance cuando nos tocó, nos mordíamos las uñas aguardando el regreso y consultando las previsiones del tiempo en Internet.  

    En estas primeras jornadas rodamos los planos correspondientes a la persecución inicial entre los protagonistas, junto al río. En una de las secuencias necesitábamos  escenificar un pequeño lío entre patinadores, Angustias y su perseguidor. Realizamos varias tomas y en una de ellas un patín pasó por encima del pie de Gari. Parece que le dolió. ¡Lo sentimos Gari! (ver vídeo Gari).     

    
    Cuando todos regresaron y el tiempo mejoró seguimos callejeando por el centro de Sevilla, grabando lo que aún nos faltaba. En esas jornadas terminamos de grabar las escenas correspondientes a la administración de loterías y también la mayoría de secuencias que necesitábamos de la primera parte de la persecución (cuando nuestros protagonistas aún iban caminando). Aquí las dificultades fueron las propias de una grabación en tales circunstancias. Intentar llegar a tiempo a la localización según las previsiones de luz que habíamos hecho, lograr coordinar los horarios de todos para que pudiesen coincidir en el lugar adecuado, alguien que fallaba a última hora y te obligaba a cambiar sobre la marcha los planes de la jornada. Pero el estrés es algo con lo que tienes que convivir si te dedicas a este extraño mundo del cortometraje.

    En esos días tuvimos también algunos problemillas que pudieron dar al traste con el corto antes de tiempo, pero supimos capear el temporal sin que la sangre llegase al río. Una mañana grabábamos junto a la iglesia de San Martín, y habíamos dejado nuestros equipos en el suelo todo agrupado junto a unos sacos de obra que habían dejado en la calle. Como es normal estábamos en lo que estábamos cuando pasó por allí un grupo de esos que rebuscan y se llevan todo lo que pueden para revenderlo. Debieron pensar que todos aquellos aparatos y bolsas, junto a los sacos, debían haberlos dejado por allí para que ellos se los llevasen. Todo un detalle. Pero claro, nadie deja esa clase de aparatos en la calle porque sí. Nos avisaron de producción, que se habían encargado de su custodia, y lo que sigue prefiero no contarlo con mucho detalle pues no resultó muy agradable. Tan sólo comentar que aquel día no llegamos a las manos de puro milagro. Nosotros no quisimos echar leña porque sabíamos que de habernos enfrentado físicamente con los dueños de lo ajeno nuestra andadura habría terminado allí, y quién sabe cómo.    

    Bueno, todo continuó más o menos en la misma dinámica hasta que llegaron las dos jornadas en las que teníamos que afinar más: el diálogo y los planos que precedían y abrían el multipantallas.

    El diálogo no supuso ningún problema, habíamos dedicado media jornada a ensayos y todo el mundo tenía muy claro lo que tenía que hacer. Aquí utilizamos una segunda unidad de cámara (Jorge Montaño), apoyo de iluminación y sonido directo (Juan Luis Galán, Rocío y Gloria). En el vídeo “ensayo” podéis ver cómo se desarrolló todo.

    Incluir un multipantallas fue una idea que se nos ocurrió en el transcurso de la planificación del corto pero antes de que comenzásemos el rodaje, así que tuvimos que estructurar tanto el guión como muchos elementos de producción que ya se habían fijado. Y he de reconocer que tanto a Gari como a mí se nos fue un poco la pinza. Ambos somos de mentes calenturientas, ya lo hemos advertido. Pero vayamos por partes.  

    El multipantallas se inicia tras una frenética carrera entre Angustias y su perseguidor por las calles del centro, en la que ella incluso tiene tiempo de cambiarse de calzado para correr más cómoda y rendir mejor (una parodia de la publicidad de zapatillas deportivas). Esa carrera les conduce a ambos a la calle “Siete Revueltas” donde él choca con un grupo de turistas y así toma ventaja en la persecución puesto que estaba ya a punto de ser alcanzada.

    Esta parte fue compleja, no por la interpretación de actores y figuración sino porque todos los movimientos tenían que coordinarse de forma que las sucesivas entradas de las pantallas cuadrasen con las entradas y salidas de cuadro de cada uno de los personajes. ¡Uff! Sudamos pero se consiguió.

    Ese inicio del multipantallas estaba claro desde el principio, sin embargo su desarrollo no lo estaba tanto y sufrió numerosos cambios con el tiempo. Cambios que tenemos que reconocer han ido en detrimento de la acción planteada como explicaremos a continuación.

    Queríamos que la persecución narrada fuese una locura sin sentido en la que no respetaríamos ejes, ni continuidades de acción ni de vestuario. Todas las reglas nos daban igual, ya que lo único que nos interesaba era reforzar el caos. Para ello habíamos ideado subir a Beatriz a un pony (que ya teníamos apalabrado) y sería perseguida por Manuel dentro de una bola gigante de plástico (que también teníamos apalabrada) y después desde un caballo (que también teníamos apalabrado). Incluso habíamos hablado con algunos responsables del Club de Montaña Arándano para deslizar a Manuel desde un puente y entrar así en cuadro desde la parte superior. Las ocurrencias y gestiones que realizamos parecían no tener fin, hasta que tuvimos que ir descartando posibilidades porque algunas palabras no se cumplieron o porque nuestro protagonista tenía ciertas reticencias a montar a caballo, y nosotros no lo sabíamos. Pues nada, de nuevo manos a la obra para rediseñar las escenas. 
    Y cuando todo estuvo definido llegó el último día de grabación en el parque de María Luisa. Nuestros planes iniciales eran simples. Por una parte Beatriz remaría en una barca y Manuel en otra intentando darle alcance, después se perseguirían entre la vegetación del parque (ya teníamos las localizaciones) simulando las acciones como si se encontrasen en una selva. Pero el destino quiso que nada saliese como estaba planificado y tuvimos, una vez más, que volver a improvisar. No habíamos contado con las salidas nocturnas de Manuel y, al día siguiente, no estaba para muchos meneos, aunque de veras que lo intentamos. Así que fue una mezcla de su cansancio e inexperiencia a los remos la que nos obligó a sustituir sus planos en las barcas por otros que ya habíamos grabado de él en el río Guadalquivir subido en una lancha neumática. Como sospechábamos que esos planos de las barcas no podrían utilizarse tuvimos que buscar una alternativa inmediatamente y hablamos con el responsable de Cyclotour que nos cedió dos carros a pedales para grabar en el parque. Nos dimos una auténtica paliza con el pedaleo corriendo de un sitio para otro. Beatriz empezó a encontrarse mal. Estaba fatigada y sentía náuseas, así que decidimos suspender la parte de persecución que correspondía a la selva, eliminando las secuencias del corto. Pero aún así nos quedaban varios planos que teníamos que tirar y fue Beatriz quien dijo que no nos íbamos del parque sin ellos, que aguantaría lo que fuese necesario. Descansó mientras montábamos el encuadre y consiguió reunir la fuerza necesaria para darse la última carrera. La gran carrera final en la que era perseguida por “la gacela” y con la que se ponía fin a las grabaciones.

    Después vino todo el proceso de pospo, la composición de la banda sonora original, la edición del audio, los ajustes finales y su promoción.

    Ahora tenemos en nuestras manos un cortometraje de diez minutos de duración que ha sido subtitulado al inglés y al italiano y que participará en el circuito de festivales, aunque nosotros ya estamos trabajando en otros guiones tanto de ficción como documentales, para lanzarnos a rodarlos en cuanto el tiempo lo permita.